Cuando volvía a mi tierra, al finalizar mis estudios, traía la ilusión de que podríamos convertir esta ciudad en el espacio donde seguir viviendo las experiencias culturales y artísticas que llenaron nuestro ocio como estudiantes en aquellos años ochenta. Música, pintura, cómic (como los llamábamos entonces), literatura, charlas, conferencias y mil cosas más, eran el objetivo de nuestra vida cultural, y entonces, esa parte de nuestra experiencia era importante, muy importante. La noche, "la movida" no excluía nuestra creatividad, donde nos encontrábamos importantes y miembros de algo más de la mera vida de juventud.
Han pasado muchos años, y aquellos espacios donde nos encontrábamos, donde compartíamos exposiciones, conciertos y debates no existen, han ido desapareciendo en favor de otros lugares privados y con ánimo de lucro, por qué no decirlo. El Ateneo, la Casa de la Juventud, el Auditorio, Cultura de la Diputación y tantos otros han ido desapareciendo en favor de lo no público. Aunque reconozco algunas excepciones muy comprometidas.
Tengo tres hijos jóvenes, y me gustaría, como a muchas madres de mi generación , que esta ciudad nuestra les ofreciera espacios de encuentro cultural, donde hallaran, un lugar donde expresarse y compartir con otros sus mismas motivaciones, al mismo tiempo que descubren las creaciones de otros, diferentes a ellos o no, donde vivieran, o pudieran vivir, la diversidad, de manera activa y asequible. La cultura rancia no motiva a los jóvenes, aquellos en cuyas manos está el futuro de esta ciudad. Mi sueño es QUERER ALMERÍA como la quise hace décadas, la que nos arrebataron a toda mi generación, la quiero para mis hijos, para el futuro.